lunes, 26 de diciembre de 2011

Débil e impotente


“Labro mi propia tumba para mantenerme a tono,
Vuelvo a picarme la vena
Cavando al ritmo y eco de una sirena solitaria
Que me empuja y me deja tan

Desesperado y hambriento,
Tan débil e impotente
A tu lado;

Alguien echó más leña al fuego
Mientras cavaba en busca de China,
Pálido como Drácula mientras alcanzaba el fondo,

Desesperado y hambriento,
Tan débil e impotente
A tu lado;

Angelito huye
y vuelve otro día
el Diablo me atrapa hoy mis oídos
y no seré capaz de escuchar ninguna palabra que me digas,
te prometí que encontraría algo de compasión
y paz en mi cabeza,
lo que sea, con tal de no sentirme tan

Desesperado y hambriento,
Tan débil e impotente
A tu lado;”

(Maynard James Keenan)



martes, 13 de diciembre de 2011

Doce meses, doce discos...

Toca hacer balance a pocas semanas de terminar el año. Puede que me deje cosas en el tintero y os invito a recordármelas, pero en doce meses eclipsados por Adele, Red Hot Chili Peppers o Coldplay, para mí ésta es una muestra de lo más representativo de estos últimos tiempos. Llamadme facha musical si queréis, sé que a veces barro para casa. Pero la idea, sin un orden particular es lo que sigue:

Lulu- Lou Reed & Metallica

Con Lou Reed y Metallica pasa como con el tocino y la mayonesa: funcionan en su estilo por separado, pero la tocinesa no es buena. Lulu es algo así como un monstruo de dos discos que igual que la tocinesa, es un incomprendido en su género y tiene una digestión más bien difícil. No soporta muchas escuchas y tío Lou ya no está en su onda. Poco más que decir. Lo escuchas o no. Punto.

Let England Shake- PJ Harvey

Alabado por la crítica y muy notable, la verdad, pero tengo que reconocer que no le he sacado el jugo que podía haberle sacado a la Polly del pasado. Todavía sigo esperando otro disco guitarrero de esta chica y ojalá lo haya… Intimista, muy rico y con algo de la atmósfera fantasmagórica de su anterior trabajo, White Chalk. Todo el mundo madura, ¿No?

Collapse Into Now- R.E.M.

El canto de cisne de mi grupo favorito. Una despedida austera que deja un nudo en el estómago con algunos temas y que no deja de tener la chispa de los R.E.M. a la vieja usanza. Muy recomendable para todos los oídos. Lastima que el funeral se celebrase con un soso recopilatorio que no tenía mucho que decir.

Mapas- Vetusta Morla

¿El disco del año para muchos indies patrios? No lo discuto. Mapas es un álbum tratado con mimo con momentos delicados y frenéticos a partes iguales, con una primera canción memorable. Las letras indescifrables marca de la casa siguen siendo uno de los atractivos, pero que le vamos a hacer, por algo son descendientes directos de ciertos chicos de Oxford de los que hablaré en menos de dos líneas.

The King Of Limbs- Radiohead

Hablemos claro: Kid A sera un pilar de los últimos quince años de música. Tiene su sitio, pero se queda ahí. The King Of Limbs suena a tratar de inventarse de nuevo. Y mal que me pese, tengo que decir que sin éxito. Para mi gusto, escaso y con demasiado afán por ir de alternativo. Tendrá que pasar mucho hasta que le de otra oportunidad.

Beat The Devil´s Tattoo- B.R.M.C.

Ese Rock de caverna que tanto me gusta. No es un disco para todos los oídos, aunque con los años se hayan vuelto más accesibles. Sonido oscuro como el mismo Diablo del título que deja momentazos como la canción que da título al disco que bien podría servir para acompañar a una marcha de presos condenados a trabajos forzados. Monumental.

Wasting Light- Foo Fighters

Dicen que es uno de los mejores discos del grupo y puede que no vayan desencaminados, aunque tengo que decir que siempre despiezo los trabajos de los Foo en lo que me interesa. Un par de temas memorables, desde luego y una garantía para los fieles y no tan fieles del grupo. Mención especial al video más cachondo del año. Aquí os lo dejo…



The Hunter- Mastodon

Una dosis de testosterona que te abofetea con fuerza. Disco de melenas, barbas largas y sobacos sudados con mucha, mucha calidad. En su género, estos tíos no defraudan. Guitarras crudas, gordas y pesadas como un yunque que se alejan bastante de lo complejo de Crack The Skye. Algo que es de agradecer. No apto para mentes sensibles, eso sí. Atención al single, Curl Of The Burl. Puro Sludge.

Crosses EP- Crosses

Un disquito curioso (y gratuito) con electrónica fina y grises de distintos tonos producto de una pareja de vecinos de lujo: Chino Moreno, cantante de los Deftones y Shaun Lopez, guitarrista de Far. Interesante sin dejar de perder ese toque experimental e innovador que tanto se echa de menos hoy en día. Distinto de lo que puedan hacer ambos grupos, pero dándose la mano con confianza.

Black Country Communion II- Black Country Communion

Sorpresón que me lleve el pasado Azkena Rock al ver a este puñado de bestias del Jurásico del Rock. Atronadores como los grupos originales de estos viejos diablos, con un regusto a clásico y a protoheavy del bueno. Con la confianza de quién no tiene que demostrar nada a estas alturas de la historia.

I Found a Star on the Ground- The Flaming Lips

La bizarrada del año, parida por los marcianos más entrañables de Oklahoma. Una canción que dura la friolera de seis horazas que ellos mismos definen como un tema sobre la vida, la muerte y follar. Digna de escuchar al menos de fondo, mientras haces otras cosas. Yo lo hice. La experiencia me llevó a dormirme para despertar y comprobar que la estrella seguía en el suelo. Psicodelia con encanto para oír los colores y ver los sonidos.

The Great Escape Artist- Jane´s Addiction

Los puristas dirán que ya no son lo que eran, pero es cómo todo: reciclarse o morir. Y adaptarse. Nunca está de más ver lo que cuentan estos chicos que deciden sacar disco sólo cuando les da la gana. Se han quitado la guarrería de los primeros discos de encima, se han lavado la cara y buscado producción de lujo… Pero para este humilde espectador siguen siendo hipnóticos, cañeros, seductores y espectaculares en directo.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Protagonistas y secundarios (siempre de lujo)

Pensad en vuestra vida como una inmensa trama argumental. A veces, yo lo hago. Y os tengo que decir que fantaseo que después de ese flash que recorre tus ojos antes de que todo termine, hay unos títulos de crédito con un larguísimo reparto. El director es uno mismo, quiero y no quiero pensar que todo está puesto en manos ajenas. La putada es que el tiempo te deja con muy pocos protagonistas y cientos de secundarios. Pero casi todos son secundarios de lujo.

Son los secundarios los que marcan a veces una historia. Secundarios que cobran importancia vital. Secundarios que terminan erosionándose en el guión. La magia está también en pensar que tu papel forma parte también de otras historias, convirtiéndote también en protagonista y secundario para otros. ¿Cuándo y cómo aparecen esos personajes? El azar a veces, juega un papel importante. Pienso en algunos de estos maravillosos actores de mi vida y sonrío, pero no puedo evitar pensar en gente que se ha perdido en pleno argumento. 

No hay peor final que una desaparición inesperada. Son difíciles de entender siempre. A algunas desapariciones terminas haciéndote a la idea. Otras son espinas clavadas, especialmente cuando hablas de amistades. Entiendes la erosión de la que os hablaba antes. Es inevitable. Supongo que este post es para ti. Para alguien que fue una secundaria de lujo que se terminó borrando de sopetón.

Esta persona desapareció hace ya dos años y no he vuelto a tener noticias suyas salvo por mensajes crípticos y noticias de otros. Y lo que me jode en sí, lo que me pica por dentro todavía, es el no saber qué ocurrió. Ni si está bien.

De alguna manera me siento identificado. Yo también entré en un Limbo del que no supe salir durante años y yo ni siquiera dejé un rastro. Sólo un puñado de conjeturas tristes y falsas. No hubo señales ni mensajes. Simplemente desaparecí  del mapa. Fue un golpe de suerte el que me trajo de vuelta.

A día de hoy, sólo quiero esperar que las cosas te vayan mejor. Cómo ves, todavía no me he resignado. Si no, no estaría escribiendo estas líneas. He intentado ponerme en contacto contigo en un par de ocasiones durante estos dos años. Me he encontrado siempre con un tremendo vacío. Y sí, puede que aún no sea el momento. Cada uno tiene su tiempo y su duelo.

Hoy vuelvo a dejar miguitas de pan en el camino, porque sin quererlo me he vuelto a acordar de ti y del día a día antes de que todo se fuera a la mierda. Primero me hundí yo y después tú. Y hoy el mensaje es el siguiente: sigo aquí. Tengo abiertas puertas y ventanas. Hay un café esperando y no se quedará frío.

No es fácil aterrizar de nuevo y volver a los hábitos de siempre. Lo sé yo y lo sabes tú. Pero te puedo decir que las manos amigas ayudan a recuperarlos. De no ser por ellas yo hoy no estaría aquí. Sólo puedo quitarme el sombrero, hacer una reverencia a todo ese elenco que me ha ayudado. Hoy por ti, mañana por mí. Tenlo presente. Hasta entonces, y quiero creer que no soy idiota y será pronto, seguiré esperando.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Triste

Escribo esto en otro contexto. Con otra idea. Hoy os dejo la poesía de otro. Os hablé el otro día de R.E.M., de su separación. Esta canción es un juego de palabras. Blue, en inglés, puede ser azul. Pero también significa triste. Y hoy me siento un poco triste.

Desde que la oí, sin saber que iba a ser el canto de cisne de mi grupo favorito, me enamoré. Para mí, es la vuelta a casa de una noche de muchos excesos, alucinada. En ese momento clave en el que intentas pensar e inevitablemente te sientes una puta mierda que camina.

Neil Young decía: “El rey ha muerto, pero no se le olvida”. Y no olvido, porque siento que hoy he perdido algo, hemos perdido algo. Cuando R.E.M. perdió a Bill Berry, su batería, Michael Stipe comentaba que un perro de tres patas sigue siendo un perro. Sólo tiene que aprender a caminar otra vez. Por eso quiero que lo leas. Para que entiendas cómo me siento. Y aunque nos falte esa pata… Caminaremos. 

Triste

“El circo amarillo dejo en las estacas las cuerdas rotas de un idiota ingenuo mundial,
Los vínculos que unen, jaja,
Puedo ser un mal poeta,
Poeta de la calle,
Poeta de mierda
Y también un poeta amable;

En el metro,
Casi las cuatro de la madrugada,
Noche de Halloween
Y he bebido lo suficiente como para montar mi propia fiesta,
Todos los escritores de mi época medio vestidos, medio dormidos,
Medio atontados, en decadencia;

No marco mi tiempo con fechas, vacaciones, sabiduría vacía, poseedores de un Karma encerrados,

Conveniente

Estoy hecho por los momentos vividos,
Soy una creación del presente
Temblando con las grietas y hendiduras,
No me doy fácil por vencido
Ni me doblegaré,
No tengo mucho,
Pero lo que tengo es de oro;

Vi tu cara…

Canto en platino,
Visto con Bronce,
Como con Zinc,
Déjalo correr;

Propón un brindis,
Eso me gusta,
Entiendo el valor,
Todavía me conmueve el grito del personaje con el que me casé para el día de hoy,
Intento ver fuera de mí,
Entiendo las miradas,
Perdono todos los subidones,
Perdona,
Lo siento,
Jaja,

Te quiero, adoro cada una de tus costas,
He visto tus marejadas y marejadillas y hracanes y ciclones,
Marea baja y luna llena en lo alto,
Cercano y distante,

Te entiendo,
Mira, el cielo, el mar, el océano, la luna
Triste, triste, triste, triste…
Desnuda y triste.

Respirando contigo. Toco. Cambio. Me muevo. Sigo la corriente. Voy a la deriva hacia el presente.

Quiero ser el orgullo de Whitman. El orgullo de Patti Lee. El orgullo de mi hermano. Me estimo. Quiero tenerlo todo. Quiero lo sensacional. Lo irresistible.

Este es mi momento y estoy sorprendido de estar vivo.

Vivo, bendecido, termino comprendiendo.

Siglo veinte:
Choca con el presente.

Chico Cenicienta,
Has perdido el zapato.

Chico Cenicienta,
Su carruaje le espera.

Un sol hace sombras
En tu cara,
Mientras te sientas
Desnudo y triste
Conmigo.”

(Michael Stipe)

lunes, 26 de septiembre de 2011

La próxima página (Segunda parte: un viernes)

Aquel viernes no paraba de sudar. Ni de fumar, eso seguro que lo recuerdas. Esa tarde, tú tenías el control. Y sencillamente, me dejé llevar por ese poder. Esa fuerza irresistible. Te acompañé al coche y nos despedimos. A cada paso que dabamos, estaba más convencido. Y era todo, tu manera de caminar, cómo sacaste la llave del coche como si fuera una navaja traicionera... Todo. Había tensión. Y tal vez, los dos deseamos que la velada terminara con otro final, pero tenía más sorpresas preparadas...

Llegué a casa. No me costó demasiado. Y te tengo que decir, ahora, que la sensación de vacío que tuve en aquel momento, de tremenda soledad, no la había sentido nunca. Sólo quería volver a verte y me importaba un bledo absolutamente todo. El cuando, el cómo, es algo que se queda para nosotros, porque fue magia. Me lancé al cuaderno que utilizaba para tomar notas y dibujar para escribir algo. Le saqué una foto y te la envié. "Gracias por hacer mi día perfecto", decía. La respuesta no se hizo esperar. No te lo terminabas de creer, pero yo estaba tocado y hundido, desde ese momento. Y yo te dije, déjame demostrarte todo lo que ha sido para mí esta tarde, esta vuelta a casa, con algo sencillo: una canción. Una segunda canción. Me encerré. Y en menos de una noche, mientras todo seguía fresco, lo conseguí. Escribí, puede, lo más sincero que había hecho hasta el momento.

Lo que sigue, es ya historia vivida. Y fueron dos semanas largas, de conversaciones, mensajes, cartas y miedos, con las que conseguí una sola cosa: que tuvieras fe otra vez. La primera parte de esta historia veía a un Pablo que se hacía preguntas. Esta segunda, es la cara opuesta. El convencimiento. Se cumplen dos años de ese viernes muy pronto. La historia es nuestra. La canción, sólo tuya.

Un viernes

"Es como volar,
las suelas de mis zapatos
a dos pies por encima del suelo,
Es algo innegable
y aun y todo,
una X por resolver,
he estado aquí durante años
escondido en cada paso que dabas,
he esperado con ánsias
a que asientas para volver a vivir;

Tímidos ojos sin color,
os habéis convertido en mi Leitmotiv,
Las estrellas en tu muñeca
hacen que me sienta de sangre caliente
otra vez,
un viernes
dos desconocidos se encontraron
en una ratonera,
un viernes
los planetas dejaron de orbitar;

Así que explícamelo como si fuera un crío,
¿Podrías soportar esta puta ola de cambios
para calmar el dolor que llevas dentro?
Explícamelo como si fuera un crío."

jueves, 22 de septiembre de 2011

Murieron con las botas puestas

Hay salidas de escena forzadas. Y también forzosas. Hay salidas de escena que conllevan una vuelta mediocre y penosa. Michael Stipe dijo ayer que un buen invitado a una fiesta es aquel que sabe retirarse a tiempo. Y es una gran verdad. R.E.M. entró en el mundo de la música sin estruendos, forjando un público fiel y labrándose un huequecito en la historia moderna de eso que algunos, todavía se empeñan en llamar Pop. Y han decidido irse así. Sin ruido.

Esta mañana, estaba comprando y sonaba una canción suya en la radio, Man on the moon. Y aun me sentía un poco desilusionado. Con las bolsas y un cigarrillo, he pensado en algo que me dijo ayer Vero: “Chico, ni que Michael Stipe te diera de comer”. Y no, no me da de comer. Pero ese tío enigmático, de mirada triste, ha sido una de mis mayores influencias a la hora de escribir letras. Y Peter Buck, ha sido casi mi mano derecha tocando la guitarra. Cada cual tiene sus ídolos. Ellos han sido los míos.

Y la música se quedará, desde luego. Se quedan los posters, los discos y pequeños trofeos como entradas de conciertos. Pero también se van otras cosas, que en el fondo, aunque sigan ahí, hoy han hecho que el estómago se me retorciera. Y son recuerdos.

Mi padre, entrando en mi cuarto con el Out of time y diciendo pon Losing my religión. Recorrer campos y campos de un verde casi marciano en Irlanda con Try not to breathe de fondo. Tardes de universidad, con la guitarra en la ciudadela, reproduciendo lo que había citado nuestro profesor de Antropología, que utilizaba muchas de sus canciones para explicar su materia. Despertarse y ponerse las pilas con Wake up bomb. Un polvo salvaje con Crush with eyeliner de fondo. Enamorarse, siempre, con Up. Mandar una rosa con el estribillo de The great beyond. Detalles, recuerdos, que para mí son historia.

Escribo todo esto con su último disco a volumen razonable en la cadena. Ellos decían ayer, que después de más de treinta años en la música, este disco es como un fin de ciclo. Algo de razón tienen. Suena muy maduro, sólido y en el fondo, aunque me pese, a canto de cisne. Su aventura empezó con Radio Free Europe hace muchos años y termina en Blue, la última pista de este disco. Las últimas palabras que se escuchan de Stipe, el último verso: “Siglo XXI, desvaneciéndose en el ahora”. Así termina la historia.

Entre los recuerdos de los que os hablaba antes, están esos cuatro conciertos suyos que he podido ver. Y el regusto amargo de no poder haberlos visto una vez más. Saber que no podré tener ese pequeño placer más.

Adoro la música, y ojalá, algunos grupos hubieran tomado el mismo ejemplo y se hubieran retirado a tiempo. Con una obra maestra bajo el brazo y un buen par de huevos, pero ¿Ellos? No pensé que se jubilarían, y como incondicional que soy, sé que ha habido intentonas. Nada más que decir y con esto, vuelvo a citarles , “he dicho demasiado”.  R.E.M. ha muerto con las botas puestas, ¡Viva R.E.M.!

lunes, 19 de septiembre de 2011

La próxima página (Primera parte)

Hoy intentaré ser breve. Esta historia empieza hace casi dos años y tiene dos partes. Dos canciones. Siempre me ha gustado hablar de música, pero nunca le he dedicado un espacio aquí a lo que compongo. Muchas veces hablo en lo que me gusta llamar "la poesía de otros". Y tú me dices, que es uno de mis pecadillos. Pero no puedo evitarlo.

Hoy escribo estando a tu lado, a escasos metros de distancia. Y quiero encender una luz. Un hilillo de luz que ilumine la sombra de lo que ocurrió... Quiero que recuerdes. Somos quienes somos. No lo olvides. Este escrito es sólo una pequeña quimera. Y sabes muy bien cuales fueron las circunstancias. Nuestras circunstancias.

Muy pocos han leído esta letra mía. Y es sólo eso, la próxima página. Escribimos la historia día a día. Y mientras recuerdas, y yo también lo hago, te espero aquí, con otro capítulo que tuvo lugar un viernes, pocos días después de escribir esta canción. Te espero. Hoy puedo decir, que tengo un diecisiete grabado en mi cuerpo, que significa todo. Tenía pensado esto desde hace tiempo, se acercan los días. Hoy, has sido tú la que me ha hecho dar el paso. Empecemos a desempolvar, poco a poco, dos historias que volvieron a cruzarse. Y nunca, nunca, olvides tus raíces.

La próxima página

"El héroe muere
en la próxima página,
disparado por su propio hijo,
la historia reclama un final,
un nuevo amanecer
con el que volver a empezar,
bajo todo este mar de tinta
en el que no puedo respirar,
siento que me ahogo
aferrándome a las palabras
como a chalecos salvavidas de remordimientos;

Imagina un espacio en blanco
en el que los dos pudiéramos bosquejar
los vicios y virtudes de nuestros actos pasados
y encontrarnos con una nueva oportunidad,
el campo donde sembré mis excusas
ahora está cubierto de sal
y donde las conciencias mutiladas temen pisar
construiremos un puente

Para escribir otro capítulo,
para ir un paso más allá,
para borrar las manchas del tiempo,
para limpiar toda esta vergüenza."

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Enhorabuena Polly

Mi padre tiene cientos de historias sobre cómo algunos discos entraron en su vida. De los Stones en bachiller, de Black Sabbath... La que más me gusta es esa en la que mi padre está en la cama, leyendo el periódico y escucha algo que le gusta en la radio. Deja el periódico y llama de inmediato a la emisora. Era Oil On Canvas de Japan. No sería hijo de mi padre si no tuviera batallitas similares.

Recuerdo perfectamente ese crudo octubre en el que el único disco potable de Korn, el primero y tal vez único disco bueno que tengan, me golpeó en la cabeza. Una noche que me dejó una peli de vampiros en los fallecidos Principe de Viana y una borrachera brutal. No son circunstancias extraordinarias, lo sé. Sencillamente me acuerdo.

Escuché a PJ Harvey por primera vez en febrero del 2004. El mismo sábado que pisé por primera vez la Universidad de Navarra. Había vomitado de los nervios. Muy de mañana, tenía la prueba de acceso a Comunicación Audiovisual y por la tarde, tenía que pasar una prueba oral. Un auténtico trago. Salí relativamente pronto de la Facultad, habiendo lanzado un órdago sin quererlo. Y aunque no lo sabía, había conocido no sólo a varios de mis futuros colegas, sino a mi Pepito Grillo académico durante esos años, Alberto.

Llegué a casa y la comida ya me entraba. Comí y me quedé dormido, curándome del pequeño trauma. Ya era de noche cuando me desperté, aunque las tiendas todavía estaban abiertas. Me dí un paseo hasta el Supermercado del Cassete. Una tienda que cerró al poco tiempo, en la que encontrabas verdaderas joyas. Y en mis manos cayó el Stories from The City, Stories from The Sea. No esperaba mucho, pero nunca había oído nada de PJ Harvey. Pagué y volví al hogar.

Me quedaba poco tiempo para que mis amigos ocuparan el salón para cenar, aprovechándose de que estaba solo. Sin demasiado entusiasmo, le quito el plástico al disco y lo pongo en la cadena. Sencillamente flipé. Mi cuadrilla llegó armando bronca en menos de siete canciones. Y me vi a mí mismo, sacando al borde que a veces llevo dentro diciendo “¿Queréis callar de una puta vez? Intento escuchar algo de música.

Me las daba de duro entonces. De oscuro. Y en realidad picoteaba a los Smiths y no me disgustaban cosas más blanditas. Y antes de que Uh, uh, Her saliera, coincidiendo con los últimos coletazos de Segundo de Bachiller, había devorado, empollándome como para Selectividad, todos sus discos.

Tenía dieciocho añitos y aunque en aquel entonces hacer música para mí, era gritar tan fuerte como me permitiera la garganta y subir el volumen del ampli hasta que hiciera daño, ya estaba marcado. Y aquella bruja de físico bizarro pero atractiva, capaz de ofrecerte un dulce y cocinarte en el caldero en la misma canción, dejó la semilla de otro Pablo que hace música. El Pablo de hoy.

Maduras, como no. Hoy ya soy una persona con su sueldo, pareja estable y vida propia. Hace cuatro años, viajando solo a Barcelona para ver a Police, me encontré viendo el paisaje y escuchando White Chalk, acordándome de esa Polly vestida a lo Orgullo y Prejuicio que tocaba el piano meses atrás en un festival. Uno de los días más alucinógenos de mi vida. Y mientras lo oía, pensaba en la PJ que vi con tacones fosforitos y vestido amarillo canario en el Apollo de Hammersmith, en Londres, con mi madre, el mismo año que me estrené en su música. Pasaban las horas en el bus y aunque White Chalk me gustaba, no terminé de entrar en él. No era esa PJ agreste y salvaje de 50ft Queenie. Ni la que aullaba en The Dancer. Ha sido hoy, escribiendo, cuando me he dado cuenta:  a sus cuarenta y dos tacos, ella también ha madurado. Todo el mundo tiene derecho, ¿No?

Hace diez años, mientras se derrumbaba el mundo, PJ Harvey recibía la noticia de que ganaba el Mercury Prize por ese Stories from The City  que me fascinó, convirtiéndose en la primera mujer en ganar el premio. Ayer, diez años más tarde, volvió a ganarlo por Let England Shake, convirtiéndose en la única persona que lo ha ganado dos veces. Reconozco que no he digerido aun del todo este último trabajo. Y desde luego, no soy una persona imparcial con esta señora. Tal vez, sólo quede algo por decir: ¿Te vemos ahí en otros diez años?


lunes, 5 de septiembre de 2011

El amigo vacío

Compartimos cigarro en la ventana, como aquel día de mayo en Yamaguchi. Un mendigo hurga en el contenedor y también fuma. Los chicos del timo del anillo siguen intentando cazar inocentes. Es la primera vez en bastante tiempo que hablamos. Y me explicas, esta vez en un perfecto inglés, cómo hace un momento estabas destrozando mi cuarto. Eres escueto y la conversación termina con un “te jodes” bastante aclaratorio. Terminas de fumar y te marchas. La habitación está como siempre. El único resquicio del destrozo es un poster colgando, que en realidad ha despegado el viento y no tú. Ni yo.

Prometí sinceridad. Lo hice ayer antes de dormir y lo he hecho hoy antes de comer. Todavía no tienes nombre. Nunca me lo has dicho y tampoco te he puesto uno. Sencillamente eres ese o aquel. Decidí en su día referirme a ti como el amigo vacío, como en aquella canción de Failure. Trato de ser sincero, sólo eso. Y ahora necesito sincerarme al aire.

Salgo a la calle y me escoltas  a una distancia de seguridad. Impecable, como siempre. El viernes te mojabas con nosotros en Vetusta. Y el sábado, sin necesidad de coche, nos seguiste. Estás ahí, tangible. Te veo y sé que tienes los dedos maltratados por la nicotina, como yo. Te huelo. Te oigo. Te intuyo.

De vuelta a casa, pongo algo de música. El ratón me lleva automáticamente a My name is Mud, de Primus. No es lo que necesito para relajarme y me desquicio, pero necesito oírla. Igual que tú necesitabas poner mi habitación hecha una mierda hace un rato.

Ordeno pensamientos. Hago un mapa de la situación. Decidí escribir para aliviar penas y eso me llevo a joderme más cuando decidiste hacerme daño, y lo dejé aparcado para otra ocasión. A veces me da por componer. Hoy me ha dado por dibujar. Hacía tiempo que no dibujaba y me ha costado. Retomé el hábito hace unos pocos días. Cuesta. Intento hacer un retrato robot y me veo desvariando, tirando el portaminas y volviendo a escribir, gritando al vacío.

Algún día saldrás de mi vida. Diría que cuando sea mayor, pero para que engañarnos, ya soy mayor para hacerme mayor. Hasta entonces, sólo me queda esperar. Tener paciencia. Y pelear con obsesiones. Podré hacerlo. Sólo necesito  tiempo.

Y créeme, hay días que tu presencia no me importa. Otros, como hoy, te deseo lo peor y que te hundas en lo más profundo de la tierra, dónde nadie pueda encontrarte. Y espero que te lleves contigo ese bolso de Mary Poppins tuyo, que tiene tantos regalos. Una guitarra con la que acunarme. Un tocadiscos viejo. Un quemado grave al que colocar detrás de la puerta. Y noches que empiezan con un diamante loco y terminan en corazones de oro. No sé cuánto vas a quedarte aquí, ni qué queda en ese bolso. Hoy sólo intento ser sincero. Sólo eso. Lo he prometido.

viernes, 26 de agosto de 2011

17

No creo en la numerología. Puede que sí que crea algo en el destino, pero no en los números. En mi anterior actualización, os hablaba de una expresión inglesa, Aftermath, que no tenía traducción. Hoy os dejo otra que tampoco la tiene, “Painted by numbers life”, vida pintada de números o algo así. Viene a evocar a la rutina. Quiero creer que mi vida no está pintada con números, pero si hubiera una cifra que lo definiera todo, casi como el 42 en la guía del autoestopista galáctico, sería el 17.

Dicen que un bebé en el vientre de su madre empieza a mostrar señales de vida en su semana diecisiete de gestación. A esta altura del embarazo, el cordón umbilical de la criatura se ensancha, aportándole cada vez más nutrientes. Más vida. Es en este momento cuando empieza a moverse, brazos, piernas…  

Siguiendo este recorrido vital, esa personita se encontrará sola ante el peligro a los 17 años. Aunque la mayoría de edad en algunos lugares de Estados Unidos no se alcanza hasta los 21, los 17 marcan el momento en el que uno puede conducir (desde un coche a un avión), ir al cine a ver una película para mayores sin un acompañante o donar sangre. Incluso ir a la cárcel.

Culturalmente, el 17 ha tenido mucha importancia casi sin quererlo. Alfred Hitchcock, encumbró este número con una película. No me interesa demasiado el mundo del automovilismo, pero también es una cifra con miga en este deporte. Y me reservo un as bajo la manga para hablaros del  17 en el mundo de la música.

Paradójicamente, según el MIT, el 17 es el número que menos se elije. También es el número de teléfono de la policía en Francia. El número de sílabas de un Haiku. En citoarquitectura, el área 17 del cerebro humano, conocida como área de Brodmann, es la que permite la visión. En argot médico, el 17 es la cifra que designa a un paciente psiquíatrico.

No entiendo la mitad de las cosas que implica en matemáticas el número 17, pero muchos de los grandes, desde Fermat a Gauss, también tuvieron algo que decir de esta cifra. Es el número atómico del cloro. Y el grupo de los halógenos en la tabla periódica.

Ovidio murió el año 17 Después de Cristo. La Primera Guerra Mundial empezó en 1917. Y en el 2017 habrá varios eclipses lunares. Un número clave en el Genesis. 17 fueron los capítulos por el mismo Zoroastro en la Yasna y el número de Suras, versos, del último capítulo del Corán. Por cierto, ¿Hace falta aclarar que ese último capítulo es el número 17?

También es un número maldito para los italianos. En números romanos, XVII, es el anagrama de VIXI, en latín, el pretérito perfecto del verbo vivir: “he vivido”. Una forma poética de llamar a la muerte que Cicerón utilizaba para anunciar una ejecución. 

No quiero obsesionarme con esto. Tu cumpleaños es el 17 de mayo. Y de toda la selección de música que escuchamos aquel 17 de octubre, fue con un disco en concreto, Adore de los Smashing Pumpkins, en algún punto de sus 17 canciones, cuando dimos comienzo a una historia en común. O más bien, decidimos reescribirla. En la cara interna del disco, se lee lo siguiente:

“17 segundos de compasión,
17 segundos de paz,
17 segundos para recordar que el amor
Es la energía con la que todo se crea,
17 segundos para recordar todo lo que es bueno,
17 segundos para olvidar tus heridas y el dolor,
17 segundos de fe,
17 segundos para volver a confiar en ti,
17 segundos de brillo,
17 segundos para mandar una oración,
17 segundos son todo lo que necesitas”

(Billy Corgan)

martes, 23 de agosto de 2011

Aftermath

Aftermath es un término inglés que me gusta. No tiene una traducción exacta, pero podría ser un cruce entre “el momento después de” y las consecuencias. Y a veces, casi siempre, esas dos ideas se mezclan, se abrazan… Chocan.

Me encanta la palabra porque bien visto, la vida de uno, es un conglomerado de Aftermaths que terminan conformando una historia: tu historia. Dan sentido y se convierten en una especie de anecdotario de tu propio guión vital. Algunos son memorables. Pensad en la mejor juerga de vuestra vida. En vuestro primer beso. En aquel cumpleaños o aquellas navidades. Vuestro primer día de trabajo… Otros Aftermaths son terribles y no hay necesidad de explicar nada para este punto. Cada cual tiene derecho a identificarlo con lo que quiera.

La historia vivida no se resume en momentos especiales, sino en las sensaciones que les siguen. Son éstas las que marcan de verdad. Los olores, las canciones… Todo. Ayer viví un Aftermath nuevo: un Aftermath dentro de un Aftermath.

Me costó dormirme. Y un cigarrillo en la ventana me llevó a la primera sucesión de recuerdos. A aquel sábado. Aquellos sábados furtivos, ¿Te acuerdas? Nuestro primer concierto, aquel noviembre. Muy poca gente retrata lo que hay después de un concierto, su Aftermath. Para mí, ese día no fue lo que ocurrió en el concierto, fue lo que pasó después. Y cómo, antes de dormir, me dijiste “Pídemelo”. Y lo hice. Nuestra historia ha cambiado mucho desde entonces, pero esa palabra sigue teniendo eco. Y me acompañará siempre.

Fue una casualidad la que me llevo a pasearme por tu pasado. A los días antes de que nuestras historias volvieran a juntarse. Y ¿Sabes? Me quedé mirando esa foto, esa en particular, embobado.
Estás con tus amigas, en un sitio meses más tarde se convertiría en un lugar familiar. Y sonríes como sólo tú sabes hacerlo. Por la ventana, no sabría decir si la luna o sencillamente un reflejo, brilla con mucha intensidad. Deslumbra. Esa pequeña trampa de la lente me consiguió emocionar.

Y quise pensar, ya sabes que la imaginación a veces me juega malas pasadas, que aquello no era una coincidencia. Que alguien había dejado ese recuerdo en mi camino y no había sido sólo una casualidad. No sé qué estaría haciendo en ese momento. No era una etapa fácil. Pero quiero creer que el azar junto nuestros mundos en aquel instante y que la colisión, la explosión, fue aquella luz. No sé cómo sería tu Aftermath. Algo me dice que dormiste tranquila.

Ayer escribí con sangre. Y a primeras horas de la noche, no sabía si escupir veneno otra vez me había sentado bien o mal. Tal vez estaba dando puñetazos a un saco al que no merecía la pena volver a golpear. No lo sé. Pero estoy seguro de que mientras dormías, y yo miraba ese reflejo, un escalofrío te recorrió la espalda. Ayer no esperaba ninguna respuesta. Aunque hubo respuestas y las agradezco. Escribí esa carta y la tiré al mar. Si hoy pudiera elegir una sola, espero que sea la tuya.

La aguja empezó a acariciar el vinilo. Estaba ahí. El  lormetazepam y alprazolam en mi flujo sanguíneo empezaban a tomar el control. Una frase selló la noche, mi Aftermath: sigue brillando diamante loco. Como lleva ocurriendo desde hace meses. Pero no consigo recordar claramente si al despertar seguía buscando un corazón de oro y haciéndome viejo. Cuando conocí al “amigo vacío”, me dijiste que yo lo tenía, que tenía un corazón de oro. Empieza a ser de noche otra vez. Parece que haya estado escribiendo siglos. Me ha costado.  Y en el silencio, desde la distancia, hoy me pregunto: ¿Sigo teniéndolo? Necesito saberlo.

lunes, 22 de agosto de 2011

Esto no es un exorcismo

A quien corresponda,

Debí haber sido elegante y dejarlo ahí, con ese último sin sentido etílico en el que yo terminé siendo un psicópata y con el que llegaste a casa con cientos de historias sobre crueldad.  Así me lo dejaste ver en ese último mensaje. Y quizá yo no fui lo suficientemente cruel con mi respuesta. Pero es que, aunque no lo creas, no soy cruel. Ha llovido mucho. Y no hemos conseguido hilar más de dos frases seguidas desde entonces. Tampoco ha hecho falta.

Déjame contarte algo: enterré el hacha de guerra hace mucho, mucho tiempo. Y toda la aflicción, todo el dolor, todo el odio… Todo se ha convertido en nada. Y yo mismo me sorprendo, pero ya no queda ni el rencor. Por supuesto, todo el mundo tiene derecho a su versión. Y aquí hay dos versiones, la tuya y la mía. Conozco muy bien la mía, pero ahora mismo, no me apetece indagar en tu historia. ¿Y merecería la pena después de tanto tiempo? Yo creo que no. Lo demostramos este sábado, sintiéndonos como el invitado extraño de una fiesta. Y yo, al menos, espero que se quede ahí. No espero, ni quiero una respuesta. No tuya.

Nos devolvimos nuestras cosas un día entre semana, eso lo recuerdo perfectamente. Y en aquel momento, en ese incomodísimo café en el que cada uno se sintió el diablo a su manera, me dijiste que tus amigos me habían empezado a odiar, que no tenía futuro… ¿Te acuerdas de aquella sarta de lindezas con su guinda? Yo sí. Y cruel, como intuyo que piensas que era, y que soy, sonreí y sencillamente me largué.

Las cosas cambiaron. Y tal vez, hay un sector en tu círculo que siga odiándome por algo que no me corresponde (y sé de buena tinta, que en aquel momento exageraste las cosas y que todo ese odio para muchos, se esfumó). Encontré mi sitio. Me llevó horas y horas de teléfono y conversación reclamar lo que por derecho era mío: mi vida. Seguí adelante, me levanté y recuperé el ritmo. No tengo mucho y me he llevado unos cuantos batacazos. Pero lo que tengo es de oro.

Esto no es un exorcismo. Los demonios están guardados en el armario. No hay rencor. Y te puedo asegurar que lo hubo. Sencillamente es una parte de mi pasado que he decidido aislar. Aun y todo, hay algo que me preocupa: que tu sombra sigue siendo alargada para quién más quiero, y no lo entiendo. Y puedo asegurarte que si algo he aprendido en este tiempo es a odiar el silencio y no a vivir en él.

No espero que lo leas. Ni quiero alimentar el fuego. Pero te puedo decir, que esta carta es un adiós. Por mí. Por ella. Por todos. Espero que sigas adelante. Yo lo he hecho y este tiempo ha dado para mucho. Para encontrarme con alguien que no veía desde hacía mucho: yo mismo, en mi máximo esplendor y en plena capacidad de dar y recibir. Por eso, estas son las últimas palabras que te dedico.

Atentamente,

Pablo.

martes, 16 de agosto de 2011

Juventud, divino tesoro...

Antes de que afiléis los cuchillos, y sé que alguno de vosotros lo hará, dejadme aclarar una cosa: soy agnóstico, no ateo. Hay un abismo entre ambos términos que muchos no entienden. Hoy me voy a permitir un pequeño paréntesis en lo “habitual” en mi blog y voy a dar mi opinión. Y recordad, que las opiniones, son como los agujeros del culo: todo el mundo tiene el suyo. He oído y visto muchas barbaridades estos últimos días, referidas a la visita del Papa. En ambos bandos. Lo que escribo ahora, es sencillamente mi punto de vista del asunto.

El domingo por la noche, volvía a casa del centro de salud con un buen chute de corticoides. Me encontré con una buena montada cerca de mi portal, en Antoniutti. Y por un momento pensé que habíamos vuelto al siete de julio y que era San Fermín otra vez. La juventud cristiana había montado un escenario cerca. No estaba metido entre la multitud, pero si alguien estaba por ahí, que me corrija si me equivoco: escuchaba música, a un maestro de ceremonias… En fin, nada fuera de lo habitual.

De acuerdo, no era tarde, pero tampoco temprano. Poco a poco, los celebrantes subían el tono y supongo que se lo estaban pasando bien… Y como todo el mundo sabe, cuando esto ocurre, todo buen Disc Jockey sube el volumen y anima más la fiesta… Hasta tal punto, que yo en mi salón, no podía escuchar la televisión. No miento. La verbena que instalan exactamente en el mismo sitio en San Fermines, creedme, organiza menos jaleo. Y aunque los jóvenes cristianos no nos dejaron meados, vomitonas ni kalimotxo, me dejaron un buen rato sin descanso. Vale, terminaron su propia Rave poco más tarde de las doce. Si somos intransigentes con unos, también lo somos con otros. Sólo pido eso.

No sé a que hora sería, pero a la mañana siguiente, nuestros nuevos y madrugadores vecinos, ya tenían enchufado el Halellujah de Leonard Cohen, dándolo todo.

Quiero evitar pensar en fanatismo. Supongo que yo me encuentro en un punto de vista totalmente opuesto. Lo que sí que os puedo decir, es que todo extremo es malo, desde el Aberri Eguna al JMJ. Y lo siento mucho, pero este tinglado me parece una auténtica exageración. 

Dar semejante cobertura a este evento, la imagen que se da, la permisividad con los peregrinos en Madrid, todo lo que se ha oído con los famosos descuentos de transporte, sólo hacen una cosa y lo siento, aquí, alguno me fusilará: convertir al Papa en una auténtica estrella del Pop.

Una amiga mía escribía hoy en Facebook que esperaba que la próxima vez que viniera AC/DC a Madrid esperaba que también cortaran la Gran Vía y que le rebajaran el precio del metro. Me he reído, pero he pensado lo mismo, Ane. He visto a fans de U2 comportarse con la misma devoción. Y ésto no es discutible: creo que ya no se trata de una celebración de la cristiandad. Han conseguido convertirlo en un macro festival.

Como os decía, he visto, oído y leído mucho estos días… Todos lo hemos hecho. Y todos tenemos derecho  a una opinión. Podemos posicionarnos por el bando de los “malos” o hacer como un tuitero al que leí hace poco que rezaba un Ave María cada vez que escuchaba un comentario en contra de todo esto: uno por el que lo había hecho y otro por el Papa. Me alegro por esa persona y adelante si es lo que considera oportuno. Sólo espero que no haya abierto demasiado su Twitter o Facebook últimamente o se habrá hartado de rezar. “La palabra está en la calle”, como decía Liam Gallagher.

Seamos razonables todos: es bonito tener creencias, y creer en un ser supremo, bien sea Dios, Buda, Yahve o Monstruo de Spaghetti Volador. Pero llevar a este extremo las cosas… Sin olvidar las últimas perlas que ha tenido Rouco Varela con el aborto. Es algo, un lujo, que ninguna religión debería permitirse. El culto debería personal. No masivo. 

Dicho esto, disfrutad si estáis en Madrid…

martes, 28 de junio de 2011

Ozzy, ese pariente divertido de Bertín...

Después de la resaca, de los kilómetros de viaje, de que me diera bien el sol en las canillas, era “justo y necesario” que le dedicara unas líneas al 23 de junio, pasado, día en el que me embarque en un viaje de pirados con mi buen amigo Iñaki para ir al Azkena Rock. No voy a dar demasiados rodeos…  La experiencia fue acojonante. Punto. Aquí os dejo un pequeño desglose de lo que pasó y lo que vimos.

Bizardunak


Tenía curiosidad por ver a estos barbudos de la Txantrea. Me hubiera encantado verlos. Lamentablemente, no llegamos a tiempo. Pudimos escuchar algún atisbo medio folkie en la lejanía, pero no mucho más. La sed y el calor, nos obligaron a parar en boxes antes de entrar para regarnos con cerveza. Es lo que pedía el cuerpo.

Eels

Tremendos. Eels, es un grupo que de alguna forma se ha convertido para mí en un amigo al que le pierdes la pista y con el que después de mucho tiempo, te vuelves a encontrar. Les perdí la pista. Pero me pasé sonriendo todo el concierto, recordando los tiempos de finales del instituto, comienzos de la universidad.

Tocaron todo lo que tenían que tocar para mí. Les descubrí en verano del 2003 con “Saturday Morning”, del Shootenanny. Han mutado desde entonces. A día de hoy, Eels es una mezcla sana de orquesta Soul, con su sección de vientos y ZZ Top. Cojonudos.


Black Country Communion

La sorpresa del festival. Puro rock con cierto saborcillo proto heavy, que diría mi santo padre a lo Led Zeppelin, demostrando claramente, que los viejos rockeros nunca mueren. Les seguiré la pista.


The Cult:

Entré en contacto con este grupo en mi época “oscuroadolescente” gracias a mi amigo Luis y a una película: Demons 2. En la peli, se ve la transformación de un personaje en demonio mientras suena un temazo de su primer disco titulado Rain.

Inyección de buen Hard rock ochentero en el que las camisetas de Sisters Of Mercy, acompañadas de melenas con canas, se dieron la mano con las nuevas generaciones. Concierto sólido y breve, que dejó sorprendidos a todos con un frontman de espectaculares dimensiones, pero con mucho callo y saber estar. Muchos de los asistentes al bolo seguro que siguen buscando al enigmático “Mister Piso”.


Rob Zombie 

El plato con el que empezar a salivar en el festival (por si aún alguien no había empezado a hacerlo). No decepcionó. Zombie lleva consigo una banda capaz de meterse al público más difícil en el bolsillo. Tiene una presencia escénica impresionante.

Un escenario decorado como una peli de serie B de los cincuenta hizo el resto. He oído que al bajista le robaron su mascara de calavera esa misma noche. El mosqueo debió de ser descomunal, o así lo ha hecho ver vía twitter.


Ozzy Osbourne

La gran decepción de la noche y la prueba, queridos niños, de que la droga hace mucha pupita. Ozzy se ha convertido en un viejo decrépito que da palmadas a destiempo y que sólo es capaz de balbucear algún triste “hijos de puta” al público. Triste.

Desapareció a mitad de concierto, dejando una mini jam a sus jóvenes compañeros de grupo, que eran técnicamente impecables (aunque después de la muestra de pericia con seis cuerdas de John Five con Rob Zombie, supo a poco). Quizá fue esta maestría a la hora de tocar, lo que destrozó los clásicos de Black Sabbath a la altura del betún. Frío, tirando a helado.


Kyuss lives!

Sin palabras. Conseguimos ver el concierto desde segunda fila (aunque eso supusiera golpes, litronas voladoras y muchos empujones). Impecables. Sonido del desierto en estado puro.

Creo que todavía sigo en shock con esa tocata. Me llegó muy dentro. Dieron lo que el público quería y en ese sentido, no defraudaron. Desde White Water a la movidísima Green Machine, con la que se despidieron hasta un corto bis. Sólo faltaron para mi gusto, Shine y Demon Cleaner.