lunes, 19 de marzo de 2012

Recordando a Overlook


No recuerdo demasiado de aquel día de finales de 2005. Sé que era jueves. Y sí recuerdo perfectamente los nervios y la vomitona en secreto antes de subir al escenario. Todavía nos llamábamos Teleport. Y aquel fué nuestro primer concierto.

Todavía éramos críos y nos podíamos permitir el lujo de serlo. Teníamos menos años y mucho por delante. Aprendimos a caminar como todos, caminando. Y cayéndonos. En aquel pasado distante, más cercano al instituto que a las ocupaciones de un adulto, Luis y yo ensayábamos en una casa con el suelo destrozado. Entre distorsiones, dibujos de guitarra y letras que fantaseaban con academias de ballet satánicas a lo Dario Argento o gente perdida en Mulholland Drive. El nombre Overlook llegó tarde, salido de “El Resplandor” de Stephen King.

Y las cientos de batallas que conmemoramos, se mueven entre conciertos, chascarrillos, un playback para Canal 6 que me haría mucha ilusión recuperar y los dos EPs que grabamos y que hoy por hoy son de las pocas cosas que quedan como testigos físicos de nuestra… ¿Marca? 


Hay muchos buenos recuerdos. Otros recuerdos son borrosos. También  hubo malos momentos y no hablo sólo de bolos lamentables o noches pariendo letras a oscuras. El silencio que hubo entre nosotros durante una buena temporada vivió demasiado. Un silencio que para mí comenzó el día que fui con mi padre a recoger mi ampli y los pedales de nuestro antiguo local de ensayos en las huertas de la Magdalena. Con Accelerate de R.E.M. a tope, lluvia y barro. Y hoy me atrevo a decir que bastante mala sangre.

Un sabio diría que no se trata de vivir de la música, sino de vivir con ella. Y es verdad, todos nosotros vivimos con música. Y aunque ahora pelear con los acordes sea desahogarse después del trabajo, todo sigue ahí. Latente. Con distorsión más suave, volúmenes menos atronadores y menos ganas de gritar. Las ganas nunca mueren.
La obsesión me llevó a intentar repetirlo y querer más. Hoy sé que Overlook no fueron sólo un puñado de personas, más de una veintena de canciones y conciertos con o sin alcohol. Overlook fue una parte de mi juventud con luces y sombras y eso basta.

Escribo ésto siendo consciente de que hoy por hoy, tengo menos ritmo a la hora de contar historias del que me gustaría. Supongo que gota a gota y vaso a vaso, se saborean los mejores vinos. El próximo lunes se cumplen cuatro años desde que dejamos de ser Overlook para ser amigos que se encuentran y se ríen de lo pasado. Aún sigo sonriéndome. Pero Overlook no sólo fuimos nosotros. Fue una auténtica familia de amigos, compañeros de clase y hasta profesores, familia propiamente dicha o gente que nos escuchó y que botó o bostezó en nuestros conciertos.

A todos vosotros, sólo se me ocurre deciros:

Gracias, gente cojonuda. Nos vemos en alguna parte del camino.

Pablo.