viernes, 13 de mayo de 2011

El chiste asesino.

Cuesta arrancar. Las primeras líneas, un primer beso, las primeras palabras que vas a decir en tu primer día de trabajo… Cuesta. Y es decisivo. Llevo tiempo sin escribir por aquí. Y hoy quiero empezar, arrancar, con algo que no puedo negar: me he hecho mayor.

¿Qué supone esto? Bueno, ya tengo veinticinco años. Me queda mucho para ser un madurito interesante como George Clooney. Pero estoy seguro de que hasta él, a mis años, tenía achaques. Dios me libre de la eyaculación precoz, pero sí, todas las convenciones de hacerse mayor para los tíos se cumplen. Te crece pelo en lugares que no desearías y se te cae de dónde más lo necesitas, te meas con ganas y la descarga final termina siendo una miseria, roncas con fuerza… Todo eso.

¿Algo sobre el día de ayer? Se deja de tener “cumpleaños totales” a los quince años, más o menos. Conforme te haces mayor, hay cosas que hacen un cumpleaños más interesante que una fiesta con globos y tarta: que la gente se acuerde de ti. Y pasó.

Suena cursi. Van pasando los años, y un cumpleaños no deja de ser un día normal en el que tienes que ir a trabajar y levantarte igual que siempre, un día más viejo. A no ser que seas Paris Hilton, o tengas siete años, no sueles celebrarlo por todo lo alto. Party Hard. Cada vez menos gente se acuerda de tu onomástica.

No estoy echando en cara nada a nadie. No os sintáis aludidos si es que no me habéis felicitado. María, una amiga del insti, acaba de llamarme para hacerlo, porque ayer se dejó el teléfono en su uniforme de enfermera y ha sido como si me hubiera llamado ayer a las diez de la mañana. La misma ilusión. Pasa el tiempo y te puedes dar con un canto en los dientes si te felicita un pequeño puñado de personas.

Desde las doce y dos segundos del día doce de mayo, a las doce menos cinco del día siguente, estuve recibiendo llamadas, mensajes, posts en mi muro, visitas… Tengo que agradecerle a Marta (espero que lo leas), que me felicitara desde las antípodas, un poco antes que todo el mundo. A Magalí, por refelicitarme. A mis alumnas de la primera hora de hoy, que me han traído helado. A Bea. Amigos de la uni. Amigos en general. Amigos de verdad. Familia. Familia política. A ti, Vero, por supuesto… A todos vosotros: de verdad, gracias. Y si me dejo a algún grupo, perdonadme. 

Cuando las cosas iban mal, hace ya tiempo de eso, tenía un ritual para empezar “mi día”: escuchar la misma canción. Requiem de Killing Joke, versioneada por los Foo Fighters. El ritual empezó más o menos en plena angustia adolescente. Siete años escuchando la misma canción el mismo día. Casi a la misma hora. Os podéis imaginar por el título, que no es una canción alegre. Yo tampoco lo era.


Ayer salí de casa y no cumplí con la canción. Serían las nueve y media de la mañana y estaba recibiendo la tercera llamada del día. No necesitaba algo que me recordase lo chunga que es la vida. Sí, a veces puede ser chunga, y te tienes que comer marrones, contra más años cumplas, más marrones. Pero aun y todo, la vida no es miserable.

Killing Joke: el chiste asesino en castellano. Tal vez, cumplir años sea un chiste asesino. No es una mala definición. Cada uno elige cómo encarar un año nuevo y si quiere que sea una mierda, o una delicia. Ayer decidí que mi cuarto de siglo estaría bien. Muy bien. Me quedan trescientos sesenta y cuatro días para comprobarlo.

A todos los que lo hacéis posible cada día, otra vez, gracias.

Hablamos dentro de un año.

2 comentarios:

Marta dijo...

Desde las antípodas se te felicita, se te lee y lo que haga falta! Cómo olvidarte, si casi cada día tengo que explicar a la gente curiosa lo que llevo en la muñeca…
Tienes 364 días para comprobar tu fucking amazing cuarto de siglo, yo espero verte hacia el 200 mas o menos y ya celebraremos bebiendonos y fumándonos hasta los maceteros!

Unknown dijo...

Mola mucho el blog, pablo! Aunque el nombre parece que se lo puso chiquito de la calzada.

Un abrazo y por cierto felicidades atrasadas!