jueves, 27 de febrero de 2014

Menuda pena lo de los Olite...



El otro día, echando cuentas y mirando tan hacia atrás que casi me dio vértigo, recordé la primera peli que vi en el cine: Oliver y su pandilla. Con mi padre. Tendría unos tres años. Y todo a santo de que sin hacer demasiado ruido, callandico y por la puerta de atrás, cierran los Cines Olite. El escenario de esa primera peli. Tocado y hundido.



Y no vamos a engañarnos, los Olite eran una mierda. Las salas no eran gran cosa, el sonido tampoco… Y durante muchos años tampoco hubo una jodida combinación decente para llegar en bus si vivías lejos, como era mi caso. Eso sí, ahí estrenaron muchas perlas. Cuando eso pasaba, jurabas en Arameo. “Me cago en la puta… Los Olite”. Pero ibas.

Dos de las cuatro veces que vi en el cine Pesadilla Antes de Navidad fueron ahí. Lo mismo con muchas pelis Disney de tarde de domingo y siesta para tu acompañante adulto. Esos tiempos de cine barato, de entradas de tira rosas, amarillas y verdes en las que no ponía ni el nombre de lo que ibas a ver. De palomitas de bolsa rancias (el palomitón es un invento moderno), regaliz panda y caramelo de pirulí  que chupabas hasta dejarlo tan afilado que se terminaba clavando inmisericorde en la lengua como la jeringuilla de un yonki. 

Resulta que cuando cerraron los cines Iturrama (otra reliquia), pasaron todas las películas de Lauren a Saide. Idem con filmax. Y eso fueron cientos de pelis de terror que para muchos eran morralla pero que sabían ricas. Qué sé yo… ¿Phantoms? ¿The Eye y otras tantas pelis de terror asiáticas que parecían calcadas? May de Lucky McKee fue durante mucho tiempo mi peli predilecta. Y la vi ahí. Mierda de la buena, amigos. De la buena, buena.  Luego me entró la movida de estudiante de audiovisuales y vi unas cuantas pelis sesudas de cine club… Me duró lo que dura un propósito de año nuevo. Luego algún bodriaco en un par de citas fallidas, bla, bla, bla… La última que vi fue Mientras Duermes de Balagueró. De eso va a hacer tres años.  Y hasta aquí. Normal, teniendo en cuenta que te dejas ocho pavos por entrada.

Y reíros, pero me da pena. Y mucha. Quienes tenemos unos años conocimos los Principe de Viana de verdad, con la sala uno tope churrigueresca y las dos y tres con su peligro de pillar algo serio para el body nada más poner el culo en una butaca. Ahora son una pizzería mastodóntica. Los Golem Bayona del principio… Los Carlos III cuando eran una única sala que tenía palco y una pantalla que fijo era más grande que el apartamento que comparto con Vero. Ahí vi Parque Jurásico , Independence Day, El Quinto Elemento. Hasta Titanic. Yo hice hora y media de cola bajo un sol de justicia para pillar entradas de Matrix. Eh, la primera. Y la taquilla era una taquilla, no estaba en la tienda de chucherías. Y sí, también me he dejado la garganta cantando “MOOOOOO- VI- REEEEEECORRR”. 

Pues todo eso, todos esos recuerdos se perderan… Como lágrimas en la lluvia. Será una blasfemia  para muchas ovejas sin paladar que se cachondicen con el sonido THX, el 3D, el HFR y la madre que los parió a todos, pero ya no hay cines como los de antes. Porque los Olite serían una puta mierda. Pero ahí veíamos mierda de calidad. De la buena, buena.

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