El otro día, echando cuentas y mirando tan hacia atrás que
casi me dio vértigo, recordé la primera peli que vi en el cine: Oliver y su
pandilla. Con mi padre. Tendría unos tres años. Y todo a santo de que sin hacer
demasiado ruido, callandico y por la puerta de atrás, cierran los Cines
Olite. El escenario de esa primera peli. Tocado y hundido.
Y no vamos a engañarnos, los Olite eran una mierda. Las
salas no eran gran cosa, el sonido tampoco… Y durante muchos años tampoco hubo una
jodida combinación decente para llegar en bus si vivías lejos, como era mi
caso. Eso sí, ahí estrenaron muchas perlas. Cuando eso pasaba, jurabas en
Arameo. “Me cago en la puta… Los Olite”. Pero ibas.
Dos de las cuatro veces que vi en el cine Pesadilla Antes de
Navidad fueron ahí. Lo mismo con muchas pelis Disney de tarde de domingo y
siesta para tu acompañante adulto. Esos tiempos de cine barato, de entradas de
tira rosas, amarillas y verdes en las que no ponía ni el nombre de lo que ibas
a ver. De palomitas de bolsa rancias (el palomitón es un invento moderno),
regaliz panda y caramelo de pirulí que
chupabas hasta dejarlo tan afilado que se terminaba clavando inmisericorde en
la lengua como la jeringuilla de un yonki.
Resulta que cuando cerraron los cines Iturrama (otra
reliquia), pasaron todas las películas de Lauren a Saide. Idem con filmax. Y
eso fueron cientos de pelis de terror que para muchos eran morralla pero que
sabían ricas. Qué sé yo… ¿Phantoms? ¿The Eye y otras tantas pelis de terror
asiáticas que parecían calcadas? May de Lucky McKee fue durante mucho tiempo mi
peli predilecta. Y la vi ahí. Mierda de la buena, amigos. De la buena, buena. Luego me entró la movida de estudiante de
audiovisuales y vi unas cuantas pelis sesudas de cine club… Me duró lo que dura
un propósito de año nuevo. Luego algún bodriaco en un par de citas fallidas,
bla, bla, bla… La última que vi fue Mientras Duermes de Balagueró. De eso va a
hacer tres años. Y hasta aquí. Normal,
teniendo en cuenta que te dejas ocho pavos por entrada.
Y reíros, pero me da pena. Y mucha. Quienes tenemos unos
años conocimos los Principe de Viana de verdad, con la sala uno tope
churrigueresca y las dos y tres con su peligro de pillar algo serio para el body
nada más poner el culo en una butaca. Ahora son una pizzería mastodóntica. Los
Golem Bayona del principio… Los Carlos III cuando eran una única sala que tenía
palco y una pantalla que fijo era más grande que el apartamento que comparto
con Vero. Ahí vi Parque Jurásico , Independence Day, El Quinto Elemento. Hasta
Titanic. Yo hice hora y media de cola bajo un sol de justicia para pillar entradas
de Matrix. Eh, la primera. Y la taquilla era una taquilla, no estaba en la
tienda de chucherías. Y sí, también me he dejado la garganta cantando “MOOOOOO-
VI- REEEEEECORRR”.
Pues todo eso, todos esos recuerdos se perderan… Como
lágrimas en la lluvia. Será una blasfemia para muchas ovejas sin paladar que se cachondicen
con el sonido THX, el 3D, el HFR y la madre que los parió a todos, pero ya no
hay cines como los de antes. Porque los Olite serían una puta mierda. Pero ahí
veíamos mierda de calidad. De la buena, buena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario