No recuerdo demasiado de aquel día de finales de 2005. Sé
que era jueves. Y sí recuerdo perfectamente los nervios y la vomitona en
secreto antes de subir al escenario. Todavía nos llamábamos Teleport. Y aquel
fué nuestro primer concierto.
Todavía éramos críos y nos podíamos permitir el lujo de
serlo. Teníamos menos años y mucho por delante. Aprendimos a caminar como
todos, caminando. Y cayéndonos. En aquel pasado distante, más cercano al
instituto que a las ocupaciones de un adulto, Luis y yo ensayábamos en una casa
con el suelo destrozado. Entre distorsiones, dibujos de guitarra y letras que
fantaseaban con academias de ballet satánicas a lo Dario Argento o gente
perdida en Mulholland Drive. El nombre Overlook llegó tarde, salido de “El
Resplandor” de Stephen King.
Y las cientos de batallas que conmemoramos, se mueven entre conciertos, chascarrillos, un
playback para Canal 6 que me haría mucha ilusión recuperar y los dos EPs que
grabamos y que hoy por hoy son de las pocas cosas que quedan como testigos
físicos de nuestra… ¿Marca?
Hay muchos buenos recuerdos. Otros recuerdos son borrosos. También hubo malos momentos y no hablo sólo de bolos lamentables o noches pariendo letras a oscuras. El silencio que hubo entre nosotros durante una buena temporada vivió demasiado. Un silencio que para mí comenzó el día que fui con mi padre a recoger mi ampli y los pedales de nuestro antiguo local de ensayos en las huertas de la Magdalena. Con Accelerate de R.E.M. a tope, lluvia y barro. Y hoy me atrevo a decir que bastante mala sangre.

La obsesión me llevó a intentar repetirlo y querer más. Hoy
sé que Overlook no fueron sólo un puñado de personas, más de una veintena de
canciones y conciertos con o sin alcohol. Overlook fue una parte de mi juventud
con luces y sombras y eso basta.
Escribo ésto siendo consciente de que hoy por hoy, tengo
menos ritmo a la hora de contar historias del que me gustaría. Supongo que gota
a gota y vaso a vaso, se saborean los mejores vinos. El próximo lunes se
cumplen cuatro años desde que dejamos de ser Overlook para ser amigos que se
encuentran y se ríen de lo pasado. Aún sigo sonriéndome. Pero Overlook no sólo fuimos nosotros. Fue
una auténtica familia de amigos, compañeros de clase y hasta profesores, familia propiamente dicha
o gente que nos escuchó y que botó o bostezó en nuestros conciertos.
A todos vosotros, sólo se me ocurre deciros:
Gracias, gente cojonuda. Nos vemos en alguna parte del
camino.
Pablo.